Mi permisividad – Hoy me permito
Hoy tengo un nuevo significado para mi permisividad. Aprendí hace poco que los permisos que nos otorgamos como adultos pueden ser personales, flexibles porque se actualizan, también se transforman con el tiempo, y con autoliderazgo se otorgan en cualquier momento.
Aquí mi lista de permisos que me otorgo hoy para sentir el amor, el amor propio.
Me doy permiso de ponerme límites a mí misma. De terminar mi día de trabajo con satisfacción al cerrar la computadora, reconociendo lo que sí hice, lo que logré resolver, y lo que ofrecí con mi talento. Termino el día poniéndole límites a mi propia exigencia, para darle espacio a mi reconocimiento. Aunque la larga lista de tareas por hacer que siempre me acompaña, nunca termine.
Me permito intentar algo nuevo con curiosidad, y en compañía de mi miedo. Salir de mi zona de comfort, reconociendo mis recursos para navegar en la incertidumbre. También con compasión, haciendo el recuento de mis fracasos para adornar mi proceso con aprendizaje.
Me doy permiso de tener un contacto más cercano con mi cuerpo. Sentirlo, entender lo que expresa, y reconocer su guía y su dirección. Cerrar lo ojos y con compasión comprender lo que mi mente me cuenta. Mi cuerpo y mi mente soy yo, mi relación permanente.
Me doy el permiso de detener mis propias exigencias, de darme espacio para existir sin hacer o alcanzar algo. Me permito reconocer si las exigencias son mías o son impuestas por otros y yo sólo las sigo al pie de la letra sin cuestionarlas. Pausar en el infinito propósito de crecer, sólo por experimentar algo nuevo, en caso de que no tener una definición de éxito flexible y clara.
Me doy permiso de vivir en dos mundos, reconociendo lo que los dos ahora me definen. Aceptar que me sentiré cómoda en los momentos donde siento que pertenezco, aunque no sean constantes, y en los otros donde me siento aislada. Los dos son recursos para a expandir mi universo interno.
Me doy permiso de recordarme lo valiosa que soy, no por lo que mi familia, mi país, mi cultura, mis trabajos, mis títulos o las personas que pasaron y las que están en mi vida definen como valioso. Encontrar en mi unicidad, en mis talentos y en los riesgos que he tomado: mi propio valor. Que esto sea el mejor antídoto para navegar en el fracaso, en no cumplir las expectativas de otros, o cuando la vida cambia y algo desaparece. Donde la recuperación sea necesaria, me permito sentir mi valor.
Por último, me doy permiso de priorizarme, de darme a mi primero lo que tengo para dar. Antes de ofrecer soluciones, me permito enfocar las soluciones en mí. Antes de ofrecer palabras de consuelo y amor, me ofrezco palabras de amor a mí. Antes de compartir de lo que tengo, lo disfruto yo primero. Antes de ver la belleza de los otros, la reconozca en mí. Antes de admirar metas alcanzadas de otros, veré que las mías sean tan reconocidas como las de ellos.
En mi lista NO definitiva de permisos encuentro una forma de expandirme y darme amor infinito.
ESCRITO POR: Ana Castelan, Ciudad de México, 2024, Instagram @ideaexperimental
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