Comer menos no es la solución: No más dietas restrictivas
Querid@s lectores, cuando las personas buscan un cambio, hablando específicamente de la forma del cuerpo, por lo general recurren a medidas extremas como lo son las dietas restrictivas, sin saber el daño que se están provocando a sí mismas. Te invito a que sigas leyendo para descubrir el porqué este tipo de dietas deberían dejarse de lado y conocerás algunas de las consecuencias que se pueden presentar.

Imagen obtenido de Google imágenes.
Estándares de belleza y “salud”
Comencemos reflexionando acerca de los estándares de belleza y “salud” que existen en la sociedad, los cuales casi siempre han ido de la mano con prácticas que pueden poner en riesgo la salud física y mental de las personas, tales como, dietas mal planeadas disfrazadas de “saludables”, retos que prometen resultados inmediatos, promoción de estilos de vida que nada tienen que ver con la mayoría de la población, por mencionar algunas prácticas.
¿Qué son las dietas restrictivas?
Las dietas restrictivas, como su mismo nombre lo indica, es prohibir ya sea un alimento o grupos enteros de alimentos, por un tiempo definido o de por vida, se restringe también la cantidad de alimentos y se termina consumiendo una alimentación de muy baja calidad.
Esto, más que formar hábitos saludables, así como crear apego al plan de alimentación y obtener resultados sanos, fomenta el miedo a la comida, el miedo a que el cuerpo vaya cambiando y aumente de peso, provocando aumento de la ansiedad y pérdida de control que desencadenan en atracones por la insistente prohibición, que va de la mano con la insatisfacción corporal que puede terminar en trastornos de alimentación.
Pasar hambre no es signo de que se están haciendo bien las cosas, pensar que soy débil por tener hambre es un mensaje que constantemente se nos repite, “no tienes fuerza de voluntad”, “no eres buen@ para las dietas”, son pensamientos que están presentes día y noche.
La búsqueda del “cuerpo perfecto” nos puede llevar por métodos o dietas que no siempre nos suman a nuestro bienestar; el cuerpo y a la mente nos dan señales que indican que podemos cambiar de rumbo y estar saludables.
¿Qué pasa con mi cuerpo a nivel fisiológico?
Se somete al cuerpo a un estrés constante, lo que genera que se libere cortisol (hormona del estrés) de manera prolongada, elevando presión arterial, ritmo cardíaco, provocando que el metabolismo se trate de adaptar a la poca cantidad de energía que recibe tomando recursos del mismo para el buen funcionamiento de todos los sistemas (nervioso, circulatorio, respiratorio, etc.).
A nivel hormonal existen descontroles serios que pueden repercutir en enfermedades tales como: hipotiroidismo, deterioro de la masa muscular, afectando así los órganos (corazón, hígado, intestinos); en mujeres puede desarrollar amenorrea (la ausencia de la menstruación), de igual forma, deficiencias en vitaminas y minerales, además, dietas muy bajas en grasa pueden afectar al funcionamiento del cerebro.
Y por supuesto, el temido efecto rebote, cierto es, que el peso se modifica, pero este tipo de dietas no se pueden llevar por mucho tiempo, cuando la alimentación habitual se restablece, las reservas de grasa tienden a aumentar rápidamente y así es como se recupera el peso perdido.
¿Cómo puedo reconocer estas dietas?
Estos puntos que te menciono a continuación es un listado con enunciados que seguramente ya has leído o escuchado, son armas con las cuales se promueven este tipo de dietas, reconocerlas te ayudará a que tomes la decisión que se adecué a tus necesidades sin provocarte algún daño como los antes mencionados.
1.- Prometen bajar de peso en periodos de tiempo muy cortos.
2.- Dentro de la dieta hay alimentos prohibidos y alimentos permitidos.
3.- Quitan grupos de alimentos (por ejemplo, eliminan todas las fuentes de grasas o carbohidratos)
4.- Mencionan que no es necesario hacer ejercicio.
5.- Dietas sin azúcar.
6.- Prometen eliminar todos los malestares que te aquejan.
7.- Todo es sin esfuerzo, de manera rápida y sin consecuencias.
Como podrás darte cuenta, son mucho más las cosas negativas que las cosas positivas cuando decidimos hacer este tipo de dieta, el costo físico y mental es muy alto en comparación con el beneficio que podamos obtener.
Las paces con tu cuerpo
Por esta razón, para no caer una y otra vez en tipo de conductas te recomiendo que comiences a hacer las paces con tu cuerpo, aprender a quererlo como es, aprender que la comida es algo tan maravilloso con la que puedes experimentar sabores, texturas, sensaciones; aprender que todo cambio lleva su tiempo, que no hay una regla en alimentación para todos, cada uno tiene sus necesidades y sus gustos.
Pero, sobre todo, aprender a amarte como eres, respetar tus procesos, ser gentil contigo mism@, siempre con la premisa de cuidar tu cuerpo, enaltecer tu salud física y mental, así veras que a poco a poco los cambios se irán dando. Si deseas hacer cambios con tu alimentación, acude con un@ licenciad@ en nutrición que sean empátic@s con tus objetivos, siempre teniendo presente tu salud física y mental.
Por último, quiero invitarte a que nos compartas tu opinión acerca de este tema, si es que alguna vez hiciste dietas restrictivas y cómo te hizo sentir. Te recuerdo que en Kathartiko contamos con consultas nutricionales no peso centristas que pueden ayudarte en tu proceso de cambio de alimentación o si buscas restablecer tu salud. ¡Nos vemos a la próxima!
Puedes agendar tu cita para comenzar con tu plan nutricional, para agendar cita contáctanos en nuestras redes @kathartiko o nuestro WhatsApp: 55 6977 1139. Si deseas apartar tu cita de psicoterapia individual dale clic a este link: https://wa.me/message/XZPODPTFT4MTI1
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Referencias:
Espeitx, E. (2005). La alimentación como instrumento: restricciones alimentarias severas, consumos desmesurados y «dietas adelgazantes». Zainak. Cuadernos de Antropología Etnografía, 27, 123-140.
Quintero, L. (2021). Los millennials y las dietas restrictivas. Implicaciones para las empresas del sector alimenticio.
Vaquero-Cristóbal, R., Alacid, F., Muyor, J., y López-Miñarro, P. (2013). Imagen corporal: revisión bibliográfica. Nutrición hospitalaria, 28(1), 27-35.